domingo, agosto 01, 2010

LA REPUBLICA - PERU EN EL ESPACIO



Diario La Republica. Lima, 01 de Agosto del 2010

¿Por qué comprar un satélite? Una propuesta técnica elaborada por la Agencia Espacial del Perú para adquirir nuestra primera plataforma de observación de la Tierra llegará pronto al Consejo de Ministros. Aquí cuatro razones que justifican esta iniciativa.

Por Ghiovani Hinojosa

1 Para actuar frente a los desastres naturales
Pocos días después del terremoto en el sur chico, los funcionarios de Defensa Civil empezaron a buscar –casi a mendigar– imágenes satelitales. Se reunieron de emergencia en el local limeño de la Agencia Espacial del Perú (CONIDA) y preguntaron a los representantes de las instituciones públicas presentes si tenían fotos espaciales de Pisco. Era agosto del 2007. “Fue preocupante verlos pasar el sombrero”, recuerda el ingeniero geógrafo y empresario César Santisteban. No había un fondo de contingencia para comprar una imagen satelital en el exterior.

El objetivo era planificar la atención a los damnificados a partir de un retrato exacto de la zona devastada. Saber qué lugares socorrer primero y qué tipo de ayuda priorizar: por ejemplo, si carpas o agua potable. Pero la gente entre escombros no podía esperar, así que la improvisación estatal sobrevino. La primera fotografía satelital de Pisco tras el sismo llegó después de 20 días. Un sistema de información gratuita de las Naciones Unidas dirigido a países sin satélite propio –el International Charter– la proveyó tardíamente.

Si el Perú tuviera un satélite propio –explica Enrique Pasco, jefe de CONIDA–, podríamos programarlo para que tome la fotografía de un mismo lugar cada 24 horas. Otros hablan de 48 horas. Esto depende de las características del satélite que compremos. Pero en el caso de terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas, entre otros desastres naturales, la tecnología espacial no solo serviría para tener un diagnóstico inicial, sino también para medir el impacto económico de los daños. Bastaría, por ejemplo, con superponer la fotografía satelital de un área inundada sobre el mapa actualizado de las propiedades rurales (catastro) y resaltar el número de hectáreas cultivadas que quedaron bajo el agua.

2 Para atender las emergencias viales

Cada año se presentan aproximadamente 500 puntos de obstrucción en las carreteras del país. Ya sean huaicos que descienden desde lo alto de los cerros o puentes que colapsan por la crecida de los ríos. “Si nosotros, para cada uno de estos eventos, compráramos una fotografía satelital de alta resolución de 100 kilómetros cuadrados, pagaríamos un total de 1 millón 400 mil dólares. Es decir, 14 millones de dólares en 10 años”, estima el ingeniero César Santisteban. Si bien en la práctica el gobierno no desembolsa este dineral, está llamado a conseguir la mejor información para actuar en casos de emergencias viales como estas. Para algo tan simple como saber si movilizar cinco hombres con palas o maquinaria pesada en el caso de un derrumbe.

La opción más rentable, a decir de Santisteban, no es comprar imágenes a empresas extranjeras sino adquirir un satélite. Y es que, si optamos por esto último, invertiríamos entre 40 y 100 millones de dólares, un monto que, según la Agencia Espacial del Perú, podríamos recuperar luego del segundo año de operaciones. Además, no tendríamos que esperar entre 30 y 45 días para recibir las fotografías, como ocurre hoy con los operadores satelitales privados.

3 Para fiscalizar los proyectos de inversión
¿Cómo se han diseminado los 21 mil metros cúbicos de relaves mineros que fueron derramados en el río Opamayo, en Huancavelica? ¿En qué zona del río Marañón debemos empezar a trabajar para revertir los daños causados por los 400 barriles de petróleo vertidos por el grupo PlusPetrol? ¿Cuánta deforestación genera a su alrededor la carretera Interoceánica Sur? El gobierno no puede responder estas preguntas básicas. En todo caso, no tiene documentos gráficos que sustenten sus afirmaciones. Se trata de una carencia preocupante: no conocemos el impacto real de las inversiones mineras, petroleras y de infraestructura que están en marcha.

Lo ideal sería, según César Santisteban, disponer de fotos satelitales de cada una de las zonas explotadas dos veces al año. Así, podríamos realizar un seguimiento sistemático de los efectos socio-ambientales de estos proyectos. Tener un satélite propio también posibilitaría, además de todo lo anterior, cuantificar el derretimiento de nuestros glaciares y diseñar un inventario de nuestros recursos naturales.

4 Para ordenar el crecimiento urbano
Una ciudad puede crecer de dos maneras: espontánea o planificada. La primera se manifiesta cuando constatamos que un colegio o una posta médica están en una zona de alto riesgo. La segunda pasa por diseñar los espacios públicos y las áreas residenciales con cánones utilitarios y estéticos. La planificación sólo se puede realizar con un banco de fotografías satelitales. Así, el Centro Nacional de Observación de Imágenes Satelitales (CNOIS), que sistematizaría la información obtenida a través de un satélite propio, serviría, por ejemplo, para que una municipalidad de la selva rural planifique los trazos de las carreteras y la ubicación de los depósitos de basura de la localidad. Basta con que haya una PC con acceso a internet para iniciar el desarrollo.

Otro aspecto crucial de la tecnología espacial es que permitirá concretar el proyecto del Instituto Geográfico Nacional de actualizar la cartografía oficial del país, que data de 1967. Desde entonces, la superficie del país ha cambiado; por ejemplo el trazo de la Panamericana Norte se modificó tras el Fenómeno El Niño de 1983. Se trata de 8,016 cartas en escala 1/25,000. Si las mandáramos a fotografiar desde el espacio, la cobertura nos costaría 16 millones 665 mil dólares. Por esta y muchas utilidades más –vigilar las fronteras, pronosticar las cosechas y perseguir el narcotráfico–, tener un satélite propio es una necesidad que el Perú debería atender pronto.

UN PROYECTO EDUCATIVO
El “Chasqui I” es un pequeño satélite construido por un equipo de profesores y alumnos de la Universidad Nacional de Ingeniería con fines experimentales. Mide 10 centímetros cúbicos y pesa  1 kilogramo. Será el primer objeto peruano en flotar en el espacio a mediados del próximo año, cuando sea puesto en órbita desde una estación rusa. Está equipado con un sensor de temperatura y una cámara fotográfica con una resolución de 30 kilómetros cuadrados por píxel (bajísima). Carlos Medina Ramos, director del Centro de Tecnologías de Información y Comunicaciones de la UNI, precisa que este nanosatélite no hará ningún tipo de monitoreo de los recursos naturales y la defensa del país, sino que permitirá recibir y enviar información básica sobre las condiciones del espacio. El objetivo del proyecto es desarrollar capacidades profesionales. Basta con que el “Chasqui I” envíe una imagen borrosa a la estación terrena para que sea considerado un éxito.

(*) Ver versión impresa de La Republica:

(*) La nota ha sido redactada por el periodista de La Republica Ghiovani Hinojosa. Las aplicaciones mencionadas son solo algunas de las posibles, aspectos como la evaluación de recursos naturales, el ordenamiento territorial, la seguridad y defensa nacional, el catastro rural y urbano son otros aspectos de uso extensivo y de gran utilidad para el desarrollo de nuestro país.

(**) Se agradece su difusión.  

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